La música del siglo de Las Luces tiene como principal misión ser un arte
agradable al oído, que debe proporcionar placer a aquel que la escucha. A
partir de la segunda mitad del siglo XVIII, los músicos fueron adquiriendo
cierto grado de autonomía. Cansados de un noble protector que les exigía
demasiado y les colapsaba en pedidos de composiciones, que, a su vez, debían
ser terminadas en tiempo récord, decidieron buscarse la vida por sus propios
pies, hecho que les llevó a pasar momentos de penurias económicas. Como
recurso, empezaron a dar conciertos públicos y a vender las partituras de sus
composiciones a diversos autores.
Los sectores más populares de la sociedad vieron la posibilidad de poder
asistir a estos conciertos públicos, pudiendo escuchar en directo, el arte del
sonido, que, en otros tiempos, por desgracia no muy lejanos, había estado
pensado, sólo, para las clases más privilegiadas.
Durante el periodo clásico la orquesta pasa a ser el estilo musical preferido de los músicos de la época. Así, los instrumentos se convertirán en el arma más preciada de los músicos, consagrándose tanto los de viento como los de cuerda. El violín, el piano, la viola y el violonchelo tomarán gran importancia. La orquesta tuvo tal importancia en parte gracias a la labor que hizo la Escuela de la ciudad de Mannheim. La orquesta de la Escuela se hizo muy conocida en toda Europa e indiscutiblemente sirvió de modelo a las demás orquestas clásicas.
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