El 30 de agosto. En este día, se recuerda a Santa Rosa de Lima, la santa
limeña que simboliza la mujer dedicada a dar la mano al pobre, de cuidar de los
enfermos y de consagrarse a la oración. Su verdadero nombre era Isabel Flores de
Oliva, aunque en el mundo católico lo conocemos como Santa Rosa de Lima,
orgullo del Perú y de América. Nació el 22 de abril de 1586, siendo sus padres
Don Gaspar Flores vecino puertorriqueño y la dama limeña María Oliva. Fue
bautizada al igual que el beato San Martín de Porres a quien ella conoció en la
iglesia de San Sebastián y coincidentemente por el mismo padre Polanco. Su
infancia transcurrió primero en Lima y luego en el pueblo de Quives, que se halla
a unos 60 km de Lima.
En ese lugar fue su confirmación en la fe católica de
1597 por el arzobispo de Lima Obispo Toribio de Mogrovejo, la llamó Rosa, por
su belleza. Desde ese momento todos la llamaron Rosa. En 1606, a los 20 años,
viste el hábito de la Orden Terciaria de Santo Domingo. A partir de ese momento
vivió recluida en el convento dedicándose a la contemplación. Sus últimos tres
años vivió en casa de Don Gonzalo de Massa, empleado del gobierno cuya esposa
sentía mucho cariño por Rosa. Murió en Lima, apenas a los 31 años el 24 de
agosto de 1617.
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