Chile ya capturado el Rímac y renovado sus mandos se concentró en La Toma del Huáscar. Las naves chilenas recibieron los mejores cuidados. Los transportes fueron armados con la artillería recién llegada de Europa. Puestas las naves en las mejores condiciones, el nuevo comandante de la escuadra chilena, Galvarino Riveros, se dispuso a acabar con la presencia del Huáscar en el Pacífico. El 8 de octubre de 1879 a las 3:30 de la madrugada el Huáscar y la Unión que llegaban de Antofagasta, divisaron tres humos, constancia indudable de las naves enemigas.
Grau actuó como otras veces, ya que no había
otra posibilidad y enrumbó hacia el este para continuar luego al norte. A las
7:15 a.m. se pudieron distinguir hacia el norte, cerrándoles el paso, otros tres
humos: eran el Cochrane, el O’Higgins y el Loa. En la convicción de que eludir
el combate ante fuerzas tan superiores, era imposible el comandante Grau se
dispuso a cumplir con su deber. Ordenó al comandante de la Unión huir, lo que
permitió la salvación de aquella nave. A los 20 minutos de iniciada la acción,
una granada lanzada desde el Cochrane “chocó en la torre del Comandante, lo
perforó y estallando dentro hizo volar al contraalmirante Miguel Grau
Seminario, que tenía el mando del buque y lo dejó moribundo al Teniente primero
don Diego Ferre, que le servía de ayudante, según consta en el parte del
combate firmado en San Bernardo 16 de octubre por Manuel Melitón Carbajal. El
combate fue tenaz y sostenido, y se sucedieron en el comando de la nave peruana
los oficiales Aguirre y Rodríguez, hasta que, no quedando nada por hacer, el
último comandante del Huáscar, el teniente primero Pedro Garzón ordenó abrir
las válvulas para hundir el buque. La nave, ya incapacitada para la defensa
sufrió el abordaje del enemigo.
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